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sábado, 21 de febrero de 2015

LA SALA HISTÓRICA DEL TERCIO DE ARMADA (I).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 327 correspondiente al mes de septiembre de 2009, de la Revista "ARMAS", págs. 76-82.

El original está ilustrado por veintisiete fotografías en color y dos en blanco y negro.


INFANTES DE MARINA: “VALIENTES POR TIERRA Y POR MAR”.


La Infantería de Marina española es la más antigua del Mundo remontándose sus orígenes al año 1537, durante el reinado de Carlos I, constituyendo hoy día un moderno y prestigioso Cuerpo de Tropas y una eficaz Fuerza de la Armada, a la que aporta su carácter expedicionario y singularidad operativa.

Resumir su gloriosa historia en un artículo resulta muy difícil, si bien la Sala Histórica del Tercio de Armada que abordamos –y nunca mejor dicho- en este número de ARMAS, es sin duda alguna el mejor botón de muestra que podemos presentar al lector.

A lo largo de estos casi cinco siglo de historia, el infante de marina –el insigne escritor Miguel de Cervantes, autor de la obra universal “El Quijote” lo fue en la Batalla de Lepanto- ha estado presente en todos los escenarios bélicos donde los intereses españoles debían ser defendidos, demostrando su arrojo, disciplina y valentía, haciendo acreedor al Cuerpo de lemas como "valiente por tierra y por mar", y de títulos como “El lnvencible”, dado al Tercio de Armada en el siglo XVIII, así como de privilegios como el que se le concedió por Real Orden de 1886 de “ocupar en campaña el puesto de mayor peligro, el de extrema vanguardia en los avances y de extrema retaguardia en la retirada”.

Fieles testimonios de ello pueden encontrarse en los campos de batalla de Flandes, Sicilia, Cerdeña, Talón, Milán, Cochinchina y Filipinas, Méjico, Cuba, Santo Domingo, Buenos Aires y Cartagena de Indias, Marruecos, Orán, Guinea, el Sáhara, Gibraltar, Ferrol, Bailén, Ocaña, San Pedro Abanto, Tolosa, la Muela de Sarrión y Cantavieja, así como en combates navales como los de Lepanto, Islas Terceras, San Vicente, Trafalgar, Cavite y Santiago de Cuba.

Al igual que ocurre con los diferentes espacios temáticos en que ha tenido que dividirse la Sala Histórica del Tercio de Armada, esos casi cinco siglos de historia bien pueden dividirse en cinco etapas o épocas.

Primera época (1537-1717).

Está dedicada a la “Infantería de la Armada”, creada por Carlos I en 1537, al asignar de forma permanente a las escuadras de Galeras del Mediterráneo las “Compañías Viejas del Mar de Nápoles”. Sin embargo, sería con su hijo, Felipe II, cuando surgiría el concepto actual de Fuerza de Desembarco, es decir, proyección del poder naval sobre la costa, por medio de fuerzas que, partiendo desde las naves, fueran capaces de abordarlas sin menoscabo de su capacidad de combate en tierra.

A esta época pertenecen los famosos e históricos Tercios Nuevo de la Mar de Nápoles, de la Armada del Mar Océano, de Galeras de Sicilia, Viejo del Mar Océano y de Infantería Napolitana. Hubo que esperar al reinado de Felipe V, sobre el año 1704, para que dichos Tercios se convirtieran en los Regimientos de Bajeles, Armada, Mar de Nápoles y de Marina de Sicilia, parte de los cuales pasarían posteriormente al Ejército mientras que el resto continuó en la Armada, constituyendo el "Cuerpo de Batallones de Marina".

Entre las acciones más destacadas de esta época se encuentran la expedición de Argel en el año 1541, la histórica y victoriosa Batalla naval de Lepanto en 1571, la expedición de Túnez en 1573, la conquista de las Terceras y Azores en 1582, la expedición a Inglaterra en 1599 y la expedición a San Salvador y Brasil en 1625.

Segunda época (1717-1827).

Protagonizada por el “Cuerpo de Batallones de Marina” y que fue organizado en 1717 por el Ministro de Marina e Indias José Patiño, llegando a tener 12 batallones. Los primeros en constituirse fueron los denominados: Armada, Bajeles, Marina, Océano, Mediterráneo y Barlovento.

Su misión se centró en la "Guarnición de los Buques", en los que predominaban los fuegos de fusilería durante el abordaje, además de formar parte de las dotaciones de artillería y de realizar desembarcos, formando parte de las "Columnas de Desembarco", constituidas por la suma de las guarniciones de los buques que intervenían en la acción.

Durante esta época, que abarca más de un siglo, su actuación fue decisiva en múltiples ocasiones, pudiéndose citar entre otras: la conquista de Cerdeña en 1717, la conquista de Nápoles y Sicilia en 1732, la expedición a Pensacola (Florida) en 1770, la defensa de La Habana en 1762, la expedición a Argel en 1775, el desembarco en Tolón en 1793, la defensa de Ferrol en 1800 y la reconquista de Buenos Aires en 1806.

Durante nuestra Guerra de la Independencia (1808-1814) contra el invasor francés, de la que ahora se viene conmemorando su bicentenario, estas fuerzas de Infantería de Marina se distinguieron en las batallas de Bailén, Ocaña, Talavera, Fuente Frías y Tolosa.

Tercera época (1827-1931).

Pertenece al “Real Cuerpo de Infantería de Marina”.  Las necesidades de las guerras carlistas, cantonales y ultramarinas, dieron a la Infantería de Marina un carácter de Fuerza Expedicionaria casi permanente. Las campañas de Cochinchina (1858), Méjico (1862), Africa (1859) así como las de Cuba y Filipinas (1898) fueron los escenarios de los Batallones Expedicionarios, alguno de los cuales llegó a permanecer hasta diez años seguidos en los territorios de Ultramar.

Sería precisamente en esta época donde tuvo lugar una de las actuaciones más gloriosas del Cuerpo de Infantería de Marina. Se trata de la acción de San Pedro Abanto, acontecida el 27 de marzo de 1874 durante las terceras guerras carlistas. 

En ella, el Segundo Batallón del Primer Regimiento de Infantería de Marina, al mando del teniente coronel Joaquín Albacete Fuster (que hoy día da nombre a la escuela de Cartagena), asaltó las trincheras enemigas a "paso de ataque" con sus oficiales al frente de las compañías, rompió el cerco de Bilbao y llegó hasta Murrieta en una heroica y brillante carga a la bayoneta.

Posteriormente con la llegada del siglo XX, las Campañas de Marruecos y demás sucesos que acontecieron en el Norte de África, sin olvidar su desconocido papel en Guinea, la Infantería de Marina volvería a escribir páginas de gloria en la historia militar española, distinguiéndose en acciones como las del desembarco y ocupación de Tánger en 1906, el desembarco en Larache en 1911, los combates de Bu-Maiza  en 1912, los de T'Zaletza  en 1913, el Fondak  en 1919), Kudia Rapta y el desfiladero de Afarmun  en 1920, así como los de Verda y Dar-Mestad en 1921.

En 1925 tuvo lugar el histórico y decisivo desembarco de Alhucemas, que supuso el principio del fin de las Campañas de Marruecos, recogida en los anales militares como una brillante operación de desembarco anfibio en la que un batallón expedicionario de Infantería de Marina se constituyó en vanguardia de la columna del general Fernández Pérez.

Sin embargo dicho éxito no pudo evitar un largo periodo de cuestionamiento sobre la utilidad de este tipo de fuerzas en los ejércitos. Ello fue debido fundamentalmente al llamado "desastre de Gallípoli" de 1915, durante la Primera Guerra Mundial, donde las fuerzas aliadas sucumbieron durante meses ante las turcas que prácticamente las fijaron y masacraron en sus zonas de desembarco.

La entidad de este fracaso militar, realmente debido a una compleja serie de razones que nunca se estudiaron convenientemente, para obtener las oportunas lecciones aprendidas, conllevó que se abandonara por casi todas las potencias, la táctica del asalto anfibio, no volviéndose realmente a recuperar hasta la Segunda Guerra Mundial.

Cuarta época (1931-1957).

Corresponde al “Cuerpo de Infantería de Marina, que tras la proclamación de la Segunda República, había perdido el título de “Real” que hasta entonces había ostentado. 

El comienzo del periodo es difícil, pues todavía se está bajo la influencia del estigma de Gallípoli y la mayoría de las Infanterías de Marina del mundo se encontraban en crisis, no siendo la española una excepción. De hecho el mismo año 1931 había sido declarada a extinguir por el nuevo gobierno republicano.

Nuestra trágica Guerra Civil (1936-1939) reactivó a la Infantería de Marina, si bien no se produjo durante la misma, desembarco anfibio alguno. Las unidades en ambos bandos combatieron activamente, bien como unidades terrestres o embarcadas en los buques de superficie. Finalizada la contienda, la actividad de la Infantería de Marina se limitó, fundamentalmente, a guarnición de bases navales y dotaciones de buques.

La Segunda Guerra Mundial puso de manifiesto nuevamente la importancia de la “Guerra Anfibia”, el avance tecnológico de los medios y las lecciones aprendidas, con retraso, de fracasos como el de Gallípoli, posibilitaron los nuevos procedimientos para realizar el asalto anfibio, constituyendo el Desembarco de Normandía de 1944 su máxima expresión.  

Durante esta época, las Unidades de Infantería de Marina recuperaron su antigua denominación de Tercios, bautizándose así los de Ferrol, Cartagena, Cádiz y Baleares, mientras que recibieron el nombre de Agrupaciones, las Fuerzas de la Jurisdicción Central (Madrid) y de la Base Naval de Canarias.

Quinta época (1957-2009).

Esta época, que bien puede denominarse la "actual", se inició en 1957, recuperando la Infantería de Marina la tradicional misión de Fuerza de Desembarco que antaño había tenido. Ese mismo año se creó el llamado “Grupo Especial” en la localidad gaditana de San Fernando, embrión del Tercio Armada, que integraba unidades del Tercio Sur, Escuela de Aplicación y Grupo de Apoyo, además de unidades que se incorporaron de los restantes Tercios de Levante, Norte y Baleares, bajo el mando de un general de brigada.

Una década después, mediante un Decreto de mayo de 1968, se le asignó como misión principal "llevar a cabo acciones militares en la costa, iniciadas en la mar, con arreglo a los planes redactados por el mando”, correspondiéndole además contribuir a la defensa y seguridad de las instalaciones navales, formar parte de dotaciones de buques y asistir a las autoridades marítimas cuando el ejercicio de su autoridad lo requiriera.

El devenir de nuestra propia historia hizo que la Infantería de Marina volviera a formar parte de la misma y escribir nuevamente algunas de sus páginas. 

Así ocurrió en las operaciones de Ifni y Sáhara, durante la poco recordada Campaña de 1957-1958, donde estableció la primera cabeza de playa en la zona de operaciones o su desembarco en 1969 en la antigua colonia de Guinea, para proteger la arriesgada evacuación de ciudadanos españoles que todavía residían allí y que fueron forzados por los nuevos gobernantes a marcharse de allí en circunstancias dramáticas.

En dicho año la Infantería de Marina experimentó nuevamente una importante reestructuración y recuperó su tradicional designación de  "Tercio de Armada", potenciando su gran capacidad y adiestramiento en el combate en tierra al mismo tiempo que el del dominio de la compleja técnica de las operaciones anfibias, razón principal de un Cuerpo que ha de ser capaz de vivir en la mar para combatir en tierra.

En 1975 unidades de Infantería de Marina pertenecientes al Tercio de Armada fueron embarcadas en buques del Grupa Delta de la Flota para proceder a su desembarco en el Sáhara Occidental, todavía bajo soberanía española, pero la evolución de los acontecimientos políticos hicieron finalmente innecesaria su intervención.

Durante las décadas siguientes la Armada Española fue objeto de diversos programas de modernización y la Infantería de Marina estuvo incluida en buena parte de los mismos, adaptándose a los nuevos escenarios estratégicos y participando activamente a partir de 1996 con unidades en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz en Bosnia-Herzegovina y posteriormente en Haití.

Ese mismo año se inició un proceso de renovación orgánica que se puso en marcha junto con un programa de renovación de armamento, material y equipo, todo lo cual supuso la modernización de nuestra Fuerza Anfibia, que se vio potenciada con la total profesionalización de las Fuerzas Armadas.


(continuará)


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